Descripción
Hoy en día recibir el calificativo de moderado, sobre todo en el ámbito de la política, está relacionado con una serie de cualidades positivas a las que subyace la ecuanimidad en las acciones. Un justo medio entre lo reaccionario y lo populista, que personajes públicos disímiles enarbolan como postura en busca de adherencias.
Sin embargo, en el siglo XIX, cuando el país enfrentaba el enorme reto de constituirse como Estado nación, ese mote era visto como una falta de coherencia, una pérdida de valores y una traba al necesario desarrollo. Y es que echar a andar una economía estancada, educar a una población heterogénea, desperdigada por un enorme territorio, y enmendar hábitos y costumbres, esto es, "civilizar" a México, era una tarea que, se ha creído, parecía seguir sólo dos caminos: el de quienes pretendían derribar el edificio social heredado y el de quienes, anclados en el pasado, vacilaban ante los cambios.
Esta visión demasiado estrecha ha sido cuestionada por una explicación que aspira a analizar, dentro del ambiente impuesto por el liberalismo, los matices que esta doctrina sufrió y la manera en que los actores políticos de esos años se identificaron con sus postulados. En este contexto el presente libro busca, con base en la biografía política de Manuel Payno, dar cuenta de ese ambiente heterogéneo.
Esta obra obtuvo el Premio Nacional Luis González y González a la mejor tesis de licenciatura en Ciencias Sociales y Humanidades, que otorgó El Colegio de Michoacán por primera ocasión en 2005, también ganó el premio Francisco Clavijero del INAH a la mejor tesis de licenciatura.
|