Descripción
Las localidades del interior de la Sierra Gorda guanajuatense siempre han aparecido como lejanas y marginales respecto al desarrollo del resto de la entidad. Aunque la ausencia de una efectiva infraestructura en comunicaciones han convertido esas apariencias en un lugar común, las memorias y los discursos históricos de la gente del municipio de Atarjea dan cuenta de una interacción constante con diversas instituciones estatales y con iniciativas que han ido de la minería decimonónica al reciente decreto que funda la Reserva de la biosfera Sierra Gorda de Guanajuato. El argumento de este trabajo es que esas memorias y esos discursos están sustentados en valores locales de justicia y bien común que han fungido como referentes muy sólidos en la relación de los grupos locales con el Estado mexicano. Organizados a partir de esos valores, grupos de peticionarios de tierras lograron una coincidencia programática con el agrarismo de la posrevolución, dando lugar a la formación de una región política que involucró lazos de parentesco, mediaciones jerarquizadas y modos de intercambio particulares. De unos años a la fecha estos arreglos han entrado en una profunda crisis, lo que ha impulsado a una población cada vez más diversificada socialmente a rememorar sus búsquedas por un bienestar siempre evasivo.
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